Por encima de la niebla emergen las montañas y entre ellas praderas donde habita el oso pardo. Sus cielos son custodiados por águilas reales y buitres leonados; os hablo de Somiedo, uno de los pocos reductos asturianos donde nos encontramos con los “teitos”, antiguas construcciones de pastores hechas de piedra y cubierta vegetal, (paja de centeno, escoba y madera) quizás asemejándose su techado a una cumbre de montaña. Son la muestra de duras vidas de gentes de otro tiempo que compartieron cultura con otros pueblos del norte.